Martín Pucheta — Emperador servido en bandeja











Suelen movilizarme, energizarme, inspirarme, mimarme, las obras de arte que funden humor y belleza. Sueño con un arte en el cual la gracia humorística y la gracia de lo bello convergen hacia una Gracia original. Sueño con una obra para morir de amor y de risa a la vez.


En esta dirección, podría leerles algún fragmento de Rosa Mística de Marosa di Giorgio, la poeta de Salto (Uruguay), o figurarme detalles del Jardín de las delicias de El Bosco. Sin embargo, hoy abro la ventana y aparece un cuadro de Giuseppe Arcimboldo, tano pintor que vivió entre 1527 y 1593.

Abro. Veo un rostro compuesto de frutas y verduras. Es un rostro y es una armonía frutal. El cuadro se llama Vertumnus y retrata a Rodolfo II. Se mira y no se come. El emperador parece seriecito, ¡pero está hecho con frutas, señoras y señores! ¡Su cara es una apetitosa y jugosa constelación!

Después de la primera impresión, después de una intensa alegría estética que no requiere explicación, después de lo que se llama “el hecho estético” (que Kant definía como contemplación desinteresada), empiezo a desplegar sobre el cuadro relaciones conceptuales que me mantienen concentrado y activo como contemplador ocioso. Empiezo a operar sobre el cuadro. El cuadro me hace pensar, me hace soñar sobre él, en él.

Es posible que en ese primer impacto, cuando siento de manera inmediata la intensidad artística de la obra, esté contenida la intuición de los sentidos que la obra me suscitará.

Una de las relaciones que “veo” en el cuadro, es la que hay entre la Naturaleza muerta (de las frutas) y la Naturaleza “viva” (del rostro), que las frutas representan. Entre ambos términos de la ecuación (Naturaleza muerta = Naturaleza viva) hay una diferencia de duración, de tiempo de maduración. Esto es: El rostro queda, las frutas (se) pasan. Mañana el rostro amanecerá claro y descansado; las frutas, picadas. O no; en verdad el rostro (el hombre) sólo demora un poco más, pero tarde o temprano se pudrirá como esas frutas. Ahora, entonces, ese espejo frutal, le revela al rostro su tiempo limitado. Esa representación frutal y humorística, es la puesta en abismo de su sentido final. Aparece gusanito San La Muerte.



HELENA EN LA VERDULERÍA

De pronto, descubro un sabor más en el cuadro. Me asombra la ajustada correspondencia entre las frutas-verduras y las partes del rostro. Para cada parte del rostro (ojo, nariz, cachete, ceja) hay una fruta esperando para representarla. Cada parte del rostro tendrá su metáfora frutal correspondiente y sus sinónimos también, ya que un ojo puede ser una uva, pero también una cereza o un quinoto. Me asombra. Acá hay gato encerrado. Acá hay Dios ronroneando. Es como si Dios hubiera creado las frutas pensando en este juego del retrato, como si esa fuera la ley secreta de su creación.

Quizás el Señor creó las frutas el día que relojeó a su primera Diosa. Quizás Dios, al crear un nuevo rostro para un nuevo hombre, primero lo piensa en código frutal.

Claro, tras esta divinidad de idea, enseguida me imagino un verdulero enamorado, inspirado por Arcimboldo, que no quiere retratar al emperador o al comisario, quiere retratar a su vecina, a su Helena de Troya local. Y lo intenta. Y le cuesta. Y cómo usar la sandía. Y me haría falta un níspero. Y vuelve a intentar. Y no, no puede. Al final, le sale una Gioconda esfumada y algo gordita, ¡bastante parecida a él!



TÓPICOS LITERARIOS

Según la retórica literaria, los tópicos son los lugares comunes asociados a temas universales (el amor, el tiempo, la muerte). Cada nueva generación de escritores puede servirse de ellos para actualizarlos en toda su altura y profundidad. Los tópicos suelen estar expresados en latín, son frases extraídas de las obras de un Virgilio, de un Horacio.

Los tópicos que se pueden aplicar al cuadro de Arcimboldo son: el fugit irreparabile tempus (la huida irremediable del tiempo), que pertenece a Virgilio; el carpe diem (aprovecha el día), tomado de Horacio, que puede asociarse al Colige, virgo, rosas (recoge, doncella, las rosas) de Ausonio; el rosa mutabilis, que señala la belleza fugitiva de la rosa, símbolo de la mujer; y la descriptio puellae, la descripción de la belleza ideal de la mujer. Se puede decir que el carpe diem, el colige, virgo, rosas y el rosa mutabilis son derivados o formas del primero (el fugit…), que enuncia el paso del tiempo de manera general.

Aquí, reemplazando las rosas por frutas, podríamos aplicar un supuesto fructus mutabilis a la obra del verdulero enamorado, enlazado a la descriptio puellae. La aplicación de este último es un poco utópica, ya que en verdad se trataría de una descripción frutal, caricaturesca, humorística, de la mujer. Ahora, lo que sí, en caso de lograr una descripción fiel de esta manera, labor inconcebible, entraría en juego el concepto del Eros tanhatos (amor-muerte, y según el uso de Freud, pulsión de vida-pulsión de muerte) ya que el verdulero sucumbiría rasgando el lienzo con los ojos muertos de hambre.



SENTIDO DEL HUMOR

Rilke decía: “La belleza es el nacimiento de lo terrible”. Pero a no asustarse; en verdad, la belleza es el nacimiento de lo humorístico.

Ya sea porque aquel que quiere retratar fielmente lo bello, al fin y al cabo jamás lo logra realmente y está condenado a un destino cómico.

Ya sea porque aquel que ha visto lo bello tiene una referencia para criticar y una de las formas de la crítica puede ser el humor. En este caso, el humor tendría una función purificadora, sería un templo de la belleza y sus sacerdotes Payasos Sagrados, Payasos de la Virgen.

En todo caso, la belleza es el sentido del humor. 



EL AMOR Y LA PERA GUARANÍ

Rilke decía: “La belleza es el nacimiento de lo terrible”. Pero a no asustarse; en verdad, la belleza es el nacimiento de lo humorístico.

Ya sea porque aquel que quiere retratar fielmente lo bello, al fin y al cabo jamás lo logra realmente y está condenado a un destino cómico.

Ya sea porque aquel que ha visto lo bello tiene una referencia para criticar y una de las formas de la crítica puede ser el humor. En este caso, el humor tendría una función purificadora, sería un templo de la belleza y sus sacerdotes Payasos Sagrados, Payasos de la Virgen.

En todo caso, la belleza es el sentido del humor. 




Matota vio un cuadro de Arcimboldo


Cuando al abrir Matota su ventana
vio el cuadro de Arcimboldo
culo ve, culo quiere
le dieron unas ganas superalma
de armar con frutas y flores
la cara de la Rusa.

¡Apa, qué jugosa la ternura,
y cómo nos madura la sonrisa,
que verde todavía esa tristeza
para ser congoja de gajo!

Quiere hacer del retrato
armonía frutal.

Quiere hacer del rostro vivo
naturaleza muerta:

mi niña ojitos de uva
mi divina cachetitos de pera guaraní

¿Se dieron a la luz

las frutas y las flores
al mirar, al descubrir
su Diosa el Creador,
su Rusa Mística?

¿Será un perfil divino
el arquetipo del Edén? 
¿Qué tan cara
puede ser la eternidad?

Dejá que exprima 
tu expresión, Exprimirinda,

gringa tutifruta
que se mira y no se come.

Dejá que libe con su pico colibrí
tu zumo néctar,

gringa lírica y floral.

¡Amor 
servido en bandeja!


El Mato ve su obra 
ya madura y se desmaya
descompuesto
su rostro de belleza
con los ojos muertos de hambre.






Fuente: cesión del autor